El Gobierno sitúa la justicia social en el centro de su estrategia contra la obesidad infantil, reforzando políticas públicas, colaboración científica y protección activa de los menores en entornos vulnerables.
HoyLunes – El Ministerio de Sanidad ha puesto el foco en uno de los desafíos más persistentes y complejos de nuestro tiempo: la obesidad infantil. En un taller nacional celebrado en el marco del Plan de Aceleración de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ministra Mónica García lanzó un mensaje contundente que resonó entre profesionales, expertos y representantes institucionales: la obesidad no solo es una cuestión de salud pública, sino un reflejo directo de las desigualdades sociales.
Acompañada por el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, García subrayó la urgencia de actuar desde una perspectiva pública y colectiva: “Solo con políticas serias, sostenidas y coordinadas podremos garantizar la salud de quienes más dependen de nosotros: nuestros niños y niñas”.
El encuentro permitió unificar miradas, compartir avances y reafirmar el compromiso estatal con un enfoque basado en la evidencia, la equidad y la protección social.

La realidad que preocupa: cuando la salud depende del nivel de renta
España sigue enfrentando tasas de obesidad infantil comparables a otros países mediterráneos, una situación que la OMS ya cataloga como un reto prioritario. Más allá de las cifras globales, la ministra insistió en un dato que no puede ignorarse: los niños que crecen en hogares con menor renta duplican el riesgo de desarrollar obesidad.
La Encuesta de Salud de España 2023 confirma ese desequilibrio. La alimentación, el acceso a recursos saludables, la estabilidad económica y la calidad del entorno son factores que influyen directamente en la salud de la infancia.
“La obesidad infantil es el síntoma visible de un problema más profundo”, apuntó García, recordando que la precariedad y la desigualdad son el terreno donde germina esta enfermedad crónica.
Un dato especialmente alarmante subrayado por la ministra: ocho de cada diez menores con obesidad continuarán siéndolo en la edad adulta, arrastrando riesgos cardiovasculares, metabólicos y psicológicos que condicionarán su futuro.

PENROI: la estrategia que une a 18 ministerios
En el centro de la jornada estuvo el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (PENROI), uno de los proyectos más amplios y coordinados de la administración pública en esta materia.
Este plan involucra a 18 ministerios y articula una batería de acciones que buscan transformar los entornos en los que los niños viven, estudian y juegan:
Campaña institucional para transformar entornos obesogénicos.
Una iniciativa de alcance nacional destinada a modificar los hábitos, comportamientos y contextos que favorecen el sedentarismo y la mala alimentación.
“Tardes con Plan”: ocio saludable financiado por Europa
Con más de 78 millones de euros del Fondo Social Europeo+, este programa acompañará a miles de menores en zonas vulnerables entre enero de 2026 y junio de 2027, promoviendo actividades seguras, accesibles y beneficiosas para su salud física y emocional.
Escuelas Promotoras de Salud y ciudades comprometidas
Una guía estatal y la colaboración con la Red Española de Ciudades Saludables refuerzan la implicación del ámbito educativo y municipal, pilares clave para abordar el problema desde el territorio.
El Gobierno insiste: no es solo una batalla sanitaria, sino una defensa activa de la igualdad de oportunidades. Como recordó la ministra:
“No hablamos solo de salud pública. Hablamos de justicia social. Hablamos del derecho de cada niño a crecer con salud, sin que su código postal decida por él”.

La lucha contra la obesidad infantil es un espejo de nuestras prioridades como sociedad. Implica reconocer que la salud no puede depender del nivel de renta, del barrio donde se nace o de las oportunidades disponibles. Implica situar a la infancia en el centro de las decisiones públicas y actuar no desde la improvisación, sino desde la responsabilidad colectiva.
El compromiso reafirmado por el Ministerio de Sanidad dibuja un horizonte claro: un país que elige proteger a sus menores, que apuesta por políticas públicas valientes y que entiende que cada niño merece la posibilidad de crecer sano, fuerte y sin heridas heredadas de la desigualdad.
La pregunta que queda es simple y poderosa: ¿qué mejor inversión puede hacer una sociedad que garantizar el bienestar de quienes representan su futuro?
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